19/04/2024
09:15 AM

Jorge Mendes, el dueño de la pelota

El agente de Cristiano, Mourinho y Falcao es el agente FIFA más influyente del mundo. Su compañía ha movido más de 700 millones de dólares en traspasos de jugadores.

A Jorge Mendes el fútbol le tenía reservado un capítulo inesperado. Al igual que tantos jóvenes portugueses había soñado e intentado convertirse en una estrella de este deporte.

A los 20 años cambió Lisboa por Viana do Castelo, una pequeña ciudad alejada de la capital, para probar suerte en el Vianense. Pero la realidad, tan pronto como lo haría desistir de su deseo, le pondría sobre la mesa muestras claras de que su futuro estaba fuera del campo de juego.

Se convirtió en empresario. Primero puso un videoclub, después un boliche bailable con dos socios y el siguiente paso fue su debut como representante de futbolistas.

Aquel visionario que acertaba sus primeros tiros en el mundo de los negocios derivó en este, el agente FIFA más influyente de la actualidad, en cuyo catálogo de clientes relucen los nombres de José Mourinho y Cristiano Ronaldo entre otras tantas figuras. Su empresa, GestiFute, gestionó desde su fundación en 1996 transferencias por más de 766 millones de dólares.

Nuno, exarquero del Vitória Guimaraes, es uno de los pocos hombres del fútbol que integran su círculo íntimo. En 1996, Mendes echó mano a los pocos contactos que le habían quedado de su pasado como futbolista y ubicó a su compatriota en el Deportivo La Coruña.

Aquella transferencia fue la primera baldosa de un fuerte que hoy acumula más de 80 jugadores. Le hicieron falta, como a todo empresario exitoso, buena fortuna y un poco de visión.

Costinha, internacional con la selección portuguesa en el Mundial de 2006, era apenas una promesa del ascenso de su país hasta que cayó en manos de Mendes. Este convenció a los directivos del Mónaco de que compraran el pase del volante, que de ahí en adelante se mantuvo en la élite del fútbol europeo.

Pero la escalada a la cima del mundo de los representantes no le resultó tarea sencilla. Encumbrarse en un ambiente tan reducido le demandó años. A principios de 2000, José Veiga y Paulo Barbosa dominaban el mercado portugués y eran los mayores exponentes de su país en el ámbito internacional.

El primero, como agente de Luis Figo, estrella de la selección y quien inauguró la era galáctica en el anterior período de Florentino Pérez en el Real Madrid. El otro, el primer agente FIFA registrado en Portugal. Quitárselos de encima fue su jugada maestra. Poco a poco fue engordando su cartera con futbolistas de renombre.

Cristiano Ronaldo fue el combustible esencial para su carrera. Se vincularon a fines de los 90, cuando el delantero jugaba en las divisiones menores del Sporting de Lisboa.

En 2003, el Manchester United compró el pase del nuevo fenómeno europeo a cambio de 18 millones de euros: el nombre de Mendes cobró impulso internacional. La transferencia de CR7 le valió una denuncia de la agencia de representación Formation, con la que tenía un acuerdo de reciprocidad, por no haber informado el cobro de una comisión de 1.8 millones de euros. Sin embargo, el aval por la venta de Cristiano le franqueó el camino a Inglaterra, campo de batalla predilecto de GestiFute. En 2004, el negocio le salió redondo.

Su estrategia fue simple: capitalizar la fama del Porto, campeón de Europa, drenando algunos de sus talentos hacia el Chelsea, que entonces se entregaba a los millones del ruso Roman Abramovich. “Hemos introducido a los futbolistas portugueses en el mercado inglés. Hemos abierto puertas que muchos soñaban con abrir”, le dijo a la revista A Bola, uno de los pocos medios que pudieron tener su palabra en exclusiva.

Un crack que pasa en avión, yendo y viniendo a reuniones en las que se negocian transferencias millonarias. Un crack de oficina.

Tomado de El Gráfico