Al llegar a la sede de Real España, Roberto López observó a Kevin Hernández sin ropa de entrenamiento. Se enteró que había sido suspendido, pero no pensó que su debut en Liga Nacional estaba a la vuelta de la esquina. “Más que pensar en que yo jugaría, pensaba en la situación de un amigo de mucho tiempo”, confiesa.
Cuando llegó a la cancha de trabajo, el defensa Osman Chávez le hizo el anuncio muy al estilo de la radio. “Y bajo los tres palos, Roberto López”, dijo el recio defensor. No había otro camino, a Pipo le había llegado la hora. Desde hace seis años es parte de la Máquina.
Su camino al marco aurinegro comenzó en algún momento cuando tenía 12 años. En un torneo escolar, su equipo se quedó sin portero y él se colocó bajo los tres palos. “Después quedé como menos batido”, recuerda.
También fue contención en la escuela de Néstor Matamala, pero su destino era la portería. Así llegó a la Máquina, gracias a la recomendación de Leo Asís Paz, entrenó dos años sin contrato, hasta que a los 15 años se hizo oficialmente aurinegro. Desde entonces, ha pasado por seis años de proceso para llegar al 11 inicial.
“Para nada, desde la primer jugada que Mendoza hizo y tomé la pelota dije -me fui, ya no hay nervios-. No sentí que lo reflejé o lo di a mostrar en el partido”, contó tras el partido ante Juticalpa.
Todo indica que Kevin Hernández seguirá castigado y Pipo tendrá que jugar frente a Marathón, precisamente el equipo que seguía su padre.
López, que seguramente le debe el apodo al delantero italiano Filippo Inzaghi, tendrá la oportunidad de jugar un clásico, cosa que ni se imaginaba, cuando a los 2 años dormía con un par de tacos que su padre le había comprado. Un portero con espíritu y apodo de ariete atajará en el marco aurinegro. “Hay un 90% de posibilidades de que juegue”, reconoció.