20/04/2024
10:18 AM

El bohemio y querido clásico sampedrano

Real España y Marathón juegan este sábado un nuevo clásico en la Capital Industrial.

San Pedro Sula, Honduras.

Carlos Orlando Caballero acababa de estremecer las redes del arco verde y sin pensarlo dos veces se dirigió al sector contiguo a preferencia norte, adonde el recordado Maco Pinto narraba con dolor, en la cabina de Radio Norte, el golazo aurinegro.

Caballero estrujaba su camiseta aurinegra y le gritaba el gol a todo pulmón a Maco, furibundo Marathón, quien se olvidó del relato y reaccionó como un hincha con micrófono al festejo burlón de uno de los más grandes regateadores de la historia: “Miren al malcriado de Caballero. Es un malcriado, es un malcriado...”.

Obvio, durante toda la semana, el clásico se había calentado a través de los medios de una manera especial, generándose una expectativa que derivó en algo cotidiano en aquella época: estadio a reventar.

Lejanos y bohemios tiempos de los años 70 y 80 cuando el clásico sampedrano se jugaba a “cara de perro” en la cancha y en un ambiente de paz y camaradería en las graderías.

Era un partido que ninguno podía perder. Enfrente la inmensa mayoría de la “Sinfonía verde” contra la minoría catedrática.

Real España ya era grande. Había sido tricampeón, se paraba con señorío en cualquier cancha, tenía más títulos que el vecino, pero sus aficionados eran tan pocos que sus pares esmeraldas, en son de burla, decían que “cabían en una cucaracha Volkswagen”.

Era tanta la rivalidad, cuenta el querido socio Jimmy Bailey, que la tensión se trasladaba minutos después de los partidos a las memorables fiestas dominicales de El Palenque. “Me encontraba con Chícharo -Guerrero- en la barra y nos mirábamos de reojo”, rememora.

Hoy, 30 años después, muchas cosas han cambiado: el Muro de Berlín fue derribado, casi toda Europa tiene una sola moneda, Estados Unidos y Cuba ya entablaron relaciones, China es ahora la segunda potencia mundial, un equipo progreseño es el mandamás del fútbol hondureño y los verdes son un Monstruo; y los aurinegros, una Máquina.

Y, en el contexto del clásico, ahora Real España tiene más público que Marathón y, lamentablemente, se juega a estadio vacío.

¿Por qué la gente se alejó del fútbol? Son pocas las causas, pero catastróficas: terror en las gradas y en las zonas adyacentes a los estadios, planteamientos aburridos por culpa de técnicos cobardes que anteponen el cero en su marco a la alegría de la gente y ausencia de polémica los días previos al derbi por la ridícula decisión de los clubes de cerrarle las puertas a los periodistas, lo cual impide motivar a la gente para que vaya a la cancha.
Ese portazo que los equipos, a instancias de los entrenadores, le dieron a la prensa le da poco sabor a los partidos. Ya no se escuchan las voces de los protagonistas, ya no hay condimento, por esa causa ahora en los espacios deportivos se habla y se escribe más de Messi y Cristiano que del fútbol local.

¿Por qué evocar los clásicos de antaño? Porque el de hoy tiene mucha similitud con el de aquellas tardes y noches gloriosas en las que sabíamos que el derbi sampedrano no nos podía defraudar. Por eso se debe jugar a estadio lleno, con fútbol abierto, generoso y con aficionados de uno y otro tratándose con respeto. Así lo manda la historia, la misma que dice que el Real España-Marathón, es de lejos, el clásico más vibrante y espectacular del país.