La pasión de innovar, aportar ideas y construir, la visión de aplicar un concepto diferente a cada objeto se convirtió desde la niñez en la forma de vida del hondureño Enrique Castro (45). La virtud que le facilitaba transformar sus juguetes en artículos novedosos le abrió las puertas para trabajar en la empresa estadounidense de automóviles Ford, donde se ha destacado por su creatividad e ingenio durante la última década.
“Para serte sincero nací para esto; desde niño tenía el deseo de construir mi bicicleta, alterar mis juguetes y hacerlos únicos. Todo lo que me caía en las manos tenía que ser diferente a lo de los demás y utilizaba cualquier cosa para alterarlos. Mi pasión por los carros nació luego de recibir un Volkswagen como regalo de mi padre. Recuerdo que era un auto inservible, pero para mí era como si fuera un último modelo”, relató el oriundo de Tegucigalpa.
Aunque nunca estudió mecánica, pintura o diseño, este licenciado en Mercadotecnia se las ingeniaba en su tiempo libre para visitar los talleres de sus amigos y aprender más este oficio. Descubrió así que no deseaba pasar el resto de su vida sentado detrás de un escritorio, por lo que al presentarse la oportunidad de emigrar a Estados Unidos a trabajar con la Ford empacó maletas y con su familia partió de Honduras a disfrutar de su pasión.
“La oportunidad surgió cuando mi cuñado le mostró algunas de las transformaciones que había realizado para su jefe e inmediatamente él decidió que le gustaría tenerme trabajando aquí. En son de broma le sugirió traerme y él respondió: 'No sería mala idea'. Llegué aquí con trabajo y gracias a Dios ya tengo 10 años laborando con esta empresa”.
'La primera transformación que hice fue de un Mustang negro; le agregué unas llamas. Recuerdo que me puse muy nervioso porque nunca en mi vida había agarrado un carro nuevo para transformarlo. Mis trabajos los realizaba en autos viejos de mis amigos. Por fortuna, el jefe quedó impactado; le gustó mucho el trabajo pese a que lo hacía de manera empírica. Con el tiempo he ido aprendiendo más cosas y ahora me siento muy cómodo'.
Las transformaciones de Enrique Castro incluyen el interior de los automotores, donde asientos sencillos son reemplazados por otros de lujo, aerodinámicos, o pantallas de video que dan la apariencia de ser trabajos hechos de fábrica. “Los carros de la empresa o de un cliente los trato como si fueran míos y al terminarlos siento que debo sentirme orgulloso de mi labor en ese vehículo”.