San Pedro Sula, Honduras
Hace 11 años, un adolescente larguirucho abordó un autobús en su natal Victoria, Yoro. Aquel día cualquiera, en el que lo acompañaba su padre Ramón, inició el camino hacia la tarde en la que se convirtió en el héroe del Yankel Rosenthal.
La novena copa en la historia de Marathón siempre tendrá como referencia el nombre de Dénovan Torres, aquel cipote yoreño que ha esperado 11 años por una recompensa como esta en el marco verde.
Torres es un gran ejemplo de perseverancia. Esperó por 10 años para que un técnico confiara en sus capacidades, cosa que hizo Carlos Pavón cuando estuvo en el banquillo de los verdolagas.
Con la salida de la “Sombra”, Dénovan volvió a la banca e incluso estuvo a punto de irse de los verdes, pues hasta fue presentado por el Honduras Progreso, pero tenía contrato con los esmeraldas y regresó.
Comenzó a luchar nuevamente y en el torneo Apertura 2017 fue el tercer portero de Héctor Vargas.
La humildad del héroe
El portero da a entender que nunca se ha desesperado y por eso disfruta ahora de su recompensa: “Creo que el tiempo de Dios es perfecto, ahora es el mejor momento del equipo”.
Por supuesto que Torres reconoce que hubo pasajes muy difíciles en este trayecto: “Como para todo el mundo siempre hay momentos malos, pero ahora se debe mantener la humildad”, puntualiza.
Los penales
Para el torneo Clausura, Héctor Vargas, el mismo que había colocado a Torres como tercer portero, le dio la titularidad. El muchacho no defraudó en el pasaje más importante de su carrera, incluso volvió ayer al estadio Yankel Rosenthal para recordar su hazaña.
“Ya creía que se nos escapaba la copa porque iban tres penales y no tapaba ninguno, ya pensaba que se iba, pero vino el cuarto, y gracias a Dios tuve la bendición de elegir el lugar correcto”.
