El que fue muchas veces estrella y otras héroe en la cancha fue sepultado como un hombre cualquiera, como un hombre común y corriente. Así como la muerte le quitó joven el derecho de vivir (falleció a los 29 años), así la afición a la que tanto hizo feliz no despidió a Juan Carlos García como se lo merecía.
Era una oportunidad única y última para hacerle un reconocimiento especial y terminó en un viaje sin agradecimiento, como si después de la muerte todos los que corearon su nombre en la cancha sufrieron de amnesia y olvidaron lo que hizo, de las alegrías que nos regaló.
El carro fúnebre fue el del vecino. El entierro del futbolista, campeón con Marathón, Olimpia y mundialista con Honduras en Brasil 2014 con la Selección Nacional, no estuvo a la altura del último adiós que se le tributa a alguien que guerreó por la patria, que se puso la camiseta de la H y la defendió con corazón y orgullo.
Acompañado de familiares y amistades, el cuerpo de Juan Carlos García llega al cementerio. Foto Neptalí Romero
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Su entierro fue la despedida que no se merecía. Una poca asistencia al cementario de la ciudad de Tela, donde la mayoría eran familiares y pocos excompañeros, más la asistencia del capitán de la Selección Nacional, Maynor Figueroa, quien dio el último adiós al jugador.
Los familiares dieron el último adiós a Juan Carlos García. Foto Neptalí Romero
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Queda una deuda que ya no se puede pagar, pero gracias Juan Carlos y perdona porque al final no recibiste el honor que un patriota merece. Hasta pronto, amigo.