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Así no se despide a un patriota

  • 11 enero 2018 /

Columna de opinión de José Luis Barralaga, editor de GOLAZO, sobre el entierro del exfutbolista Juan Carlos García.

Tela, Honduras.

El que fue muchas veces estrella y otras héroe en la cancha fue sepultado como un hombre cualquiera, como un hombre común y corriente. Así como la muerte le quitó joven el derecho de vivir (falleció a los 29 años), así la afición a la que tanto hizo feliz no despidió a Juan Carlos García como se lo merecía.

Era una oportunidad única y última para hacerle un reconocimiento especial y terminó en un viaje sin agradecimiento, como si después de la muerte todos los que corearon su nombre en la cancha sufrieron de amnesia y olvidaron lo que hizo, de las alegrías que nos regaló.

El carro fúnebre fue el del vecino. El entierro del futbolista, campeón con Marathón, Olimpia y mundialista con Honduras en Brasil 2014 con la Selección Nacional, no estuvo a la altura del último adiós que se le tributa a alguien que guerreó por la patria, que se puso la camiseta de la H y la defendió con corazón y orgullo.

Foto: La Prensa

Acompañado de familiares y amistades, el cuerpo de Juan Carlos García llega al cementerio. Foto Neptalí Romero
El entierro del exfutbolista del Wigan de Inglaterra y del Tenerife de España, quien falleció el lunes a causa de leucemia, fue muy pobre. Juan Carlos García no tuvo la despedida que se le da a un hombre que dejó huella con sus goles y con sus actuaciones.

Su entierro fue la despedida que no se merecía. Una poca asistencia al cementario de la ciudad de Tela, donde la mayoría eran familiares y pocos excompañeros, más la asistencia del capitán de la Selección Nacional, Maynor Figueroa, quien dio el último adiós al jugador.

Foto: La Prensa

Los familiares dieron el último adiós a Juan Carlos García. Foto Neptalí Romero
No estuvo el alcalde de la ciudad, tampoco los dirigentes de la Fenafuth ni de la Liga Nacional, no se les vio la cara a los directivos de los clubes a los que le regaló gloria, así también fue muy escasa la afición que gritó sus goles.

Queda una deuda que ya no se puede pagar, pero gracias Juan Carlos y perdona porque al final no recibiste el honor que un patriota merece. Hasta pronto, amigo.