19/04/2024
12:32 AM

Neida Sandoval

La periodista hondureña se sincera y afirma estar disfrutando nueva etapa en familia.

Hace más de un año que la famosa periodista hondureña Neida Sandoval diría de su agitada y estresante vida de hace algunos años que contrasta con la de hoy, más enfocada en las cosas que hacen que la vida sea única: su esposo y sus hijos.

-¿Qué cosas pasan ahora en la vida de Neida Sandoval?

Estoy concentrada en disfrutar a mi familia al máximo, en darle mi atención al 100% a mis hijos y enfocada en estos últimos meses en analizar propuestas y proyectos para decidir cómo será mi retorno a la televisión, para retomar mi carrera periodística que ha estado interrumpida por más de un año desde que salí de Univisión el 15 de junio del 2011.

He estado trabajando con entusiasmo como embajadora de buena voluntad de las Aldeas Infantiles SOS Honduras desde enero de este año, cuando lanzamos la campaña nacional “Integrando una gran familia”, que ha resultado un éxito y me ha provocado satisfacción poder utilizar mi imagen, voz y credibilidad para contagiar a mi país, a nuestros líderes y hondureños en general de esta misión de buscar mejores condiciones de vida para nuestra niñez desprotegida y abandonada.

-¿En qué está trabajando?

Estoy en la delicada etapa de tomar decisiones, pero han llegado varias propuestas interesantes que me llaman la atención y les haré saber en su momento de qué se trata y qué rumbo tomará mi carrera.

Lo que sí está claro es que estoy listísima para regresar a trabajar, mi energía está en un punto máximo y mis ganas de comenzar esta nueva etapa en mi carrera me tienen ansiosa.

-¿Qué significa Aldeas SOS en la vida de Neida Sandoval?

Es una misión que me llega al corazón, pues tiene que ver con salvar vidas. Cuando mi amiga Guadalupe Ortez, con quien tuve el gusto de colaborar en Fundación Teletón, me llamó para convertirme en embajadora de buena voluntad no dudé en aceptar, pues ver a un niño feliz es importante y ser la voz y el rostro de nuestros menores desprotegidos me llena de satisfacción.

-¿Cómo logra el optimismo y la felicidad en su vida?

Pensar siempre en todas las bendiciones que nos rodean, concentrarnos en lo que tenemos y no en lo que quisiéramos tener y aún no está allí. Entender que somos frágiles y la vida puede acabar en un abrir y cerrar de ojos. Ser positivo y optimista es importante para lograr muchas metas que a veces parecen inalcanzables. Juzgar menos y querer más a los seres que están cerca de nosotros.

Soy una mujer de personalidad fuerte y muy impulsiva a veces, hace varios años comencé un proceso para cambiar mi actitud hacia mi entorno y las circunstancias porque me di cuenta que no puedo cambiar a nadie pero mi actitud sí puede motivar a que otros cambien su actitud cuando están conmigo.

-¿Qué cambió en su vida ahora que está fuera de Univisión?

La velocidad con la que vivo. Esto me ha dado una pausa para dedicarme un poquito más a mí, a realizar cosas que antes no podía hacer, disfrutar con tranquilidad cada día que vivo, compartir con mi familia a su velocidad. Estoy más tranquila y menos cansada, eso me gusta. Mi nivel de estrés bajó muchísimo y eso es una bendición.

-¿Cómo llega a esa paz?

He ido por etapas, en los primeros meses estaba en un proceso de desintoxicación de tantos años de dormir apenas cuatro horas y vivir a un paso acelerado entre despertar a la carrera para llegar a Univisión y después de trabajar nueve horas salir para retomar mis deberes de madre y familiares. Ahora me levanto dos horas más tarde, a las 6:00 am en lugar de las 4:00 am y tengo el privilegio de despertar a mis hijos, bañarlos y junto con mi esposo llevarlos a la escuela. Las tardes siguen siendo las mismas pues siempre busqué a mis gemelos a la salida y los llevé a sus actividades y he tenido el privilegio de acostarlos y rezar con ellos antes de dormir.

-¿Reflexiones?

Fuera de las pantallas he tenido el tiempo de analizar, meditar, disfrutar, reconsiderar mi plan de vida, de examinar con tiempo y espacio qué cosas quiero hacer en esta nueva etapa, he visitado Honduras muchas veces, tengo la libertad de concretar proyectos que anhelé hacer y antes no tenía tiempo ni libertad de mi imagen para hacerlo y algo que llena mi corazón es que en este tiempo que abandoné esta poderosa empresa en donde trabajé 23 años he disfrutado el cariño del público tanto de mis compatriotas como de televidentes de todos los países de América.

-¿Qué hace en el horario que dedicaba a Univisión?

No tengo un día igual y eso me lo estoy disfrutando. Durante el año escolar tengo una sola rutina que es de 6:00 a 9:00 am, ese es el tiempo que utilizo para preparar los niños y llevarlos a la escuela. De 9:00 am a 3:00 pm el tiempo es mío y cada día es único, y puedo hacer mi agenda como me place y utilizar mis mañanas en actividades que varían desde hacer mandados o disfrutar una larga caminata, tomar el control de la TV y ver un poquito de todos los canales en español e inglés y las cadenas americanas para mantenerme informada de lo que acontece.

-¿Extraña Despierta América?

No lo extraño, pues siento que mi ciclo concluyó y ahora están viviendo otra etapa. Sí guardo en un lugar especial en mi corazón el tiempo que pasé en Despierta América, pues las experiencias personales y profesionales marcaron mi existencia, en los tiempos que compartí con mi gran equipo de trabajo sentí que eran parte de mi familia. Trabajar frente a las cámaras de la cadena número uno de la televisión hispana en Estados Unidos, con el grupo original con el que fundamos el programa: Ana María Canseco, Fernando Arau y Rafael José fue un privilegio, y más tarde también compartí varios años con grandes profesionales como Giselle Blondet, Raúl González y Karla Martínez.
-¿Qué le dejó todo esto?

Todos los amigos que encontré durante mis años en la empresa y el gran equipo técnico con el que trabajé mano a mano en grandes coberturas noticiosas, como los ataques terroristas a las torres gemelas en Nueva York y que narré en vivo; como iba sucediendo el paso del huracán Mitch por Honduras, también estuve en vivo con esa cobertura desde nuestro país y tengo en mi casa los dos premios Emmy Nacionales que recibí. En ese programa viví muchas emociones personales también, la muerte de mi padre, mi embarazo y nacimiento de mis gemelos, los tres derrames cerebrales de mi esposo y todo mientras reportaba en vivo cada mañana la guerra en Irak.

-¿Nunca se aburrió?

Nunca me aburrí, pues la televisión no es un trabajo para mí. Es imposible aburrirme, si junto a la pantalla chica he vivido mis grandes amores, tristezas, decepciones y triunfos. Esta maravillosa carrera me ha acompañado la mayor parte de mi vida. Además de traerme progreso personal y emociones fuertes frente al lente de una cámara, también he podido ser instrumento de bien para mi comunidad y servir a otros utilizando el poder que me da una imagen. Es una bendición.

-¿Tiene propuestas en EUA?

Sí tengo propuestas y proyectos para continuar en mi carrera en la televisión, lo que ocurre es que estoy siendo más cuidadosa que de costumbre en elegir qué camino voy a tomar, pues ahora tengo que decidir tomando en consideración cuáles son los beneficios y sacrificios para mi familia. Ya no estoy pensando solo en el bienestar para Neida Sandoval, ahora debo actuar en base al impacto que puedan tener en mis hijos y mi familia.

-¿Si no fuera periodista, que sería?

Talvez sería una sicóloga. Siempre estoy dando consejos a todo mundo, o una trabajadora social para ayudar a orientar las familias necesitadas y buscarles la asistencia que necesiten. Me encanta el papel de embajadora de buena voluntad para unir los pueblos y ayudar a los más necesitados. Me gusta servir, ser enlace para buscar alianzas de bien común.

-¿Proyectos en Honduras?

En este momento estoy enfocada en ayudar a las Aldeas Infantiles SOS como embajadora de buena voluntad, pero quiero ayudar en lo que pueda a mejorar la calidad de vida y las oportunidades para nuestra niñez y juventud en riesgo social.

-¿Es Neida Sandoval la brecha que abrió el camino para que otras hondureñas brillen en la TV latina?

No creo que yo abrí la brecha para que mis colegas periodistas hoy brillen en la pantalla de Estados Unidos. Ya no hay nada que pueda detenerles, pues somos necesarios para representar una gran comunidad de hondureños y centroamericanos que viven en este país.

-¿Sufrió discriminación por ser hondureña?

Nunca he permitido ser discriminada, pero los obstáculos siempre estuvieron allí. Creo que uno de los cuestionamientos más notorios surgió durante mis años en Despierta América, pues soy muy patriota. Al principio sí me trataron de prohibir un par de jefes que no hablara tanto de Honduras cada vez que tenía oportunidad o que sacara mi bandera cuando jugaba la selección o saltara a bailar punta cuando llegaban los garífunas o mandara muchos saludos a mi familia y mis compatriotas, pero con el paso del tiempo se convencieron que nada ni nadie me iba a impedir destacar mi origen, pues mientras mis compañeros de pantalla siguieran elogiando a sus países como México o Puerto Rico yo seguiría levantando en alto la bandera catracha.

-¿Le han ofrecido trabajo acá?

No he recibido ofertas para retomar mi carrera en la televisión y mudarme a trabajar en los medios masivos. Sí me han ofrecido incursionar en la política, pero no tengo interés en seguir esa línea. En televisión me propusieron hacer un proyecto muy interesante, pero es solo una propuesta que no considero sea lo que quiero hacer en este momento, pero quedan las puertas abiertas y la inquietud para considerarlo.

-¿Le gustaría hacer televisión en Honduras?

No descarto nunca esa posibilidad, pues mi carrera en la TV comenzó allí en 1979. Sí me encantaría en un futuro hacer algún programa especial en el que pueda dejar mi esencia y mi amor por mi país.

-¿Quiere vivir en Honduras?

Me encantaría vivir mi tercera edad en Honduras. Tomar café catracho todas las mañanas. Compartir más con mis seres queridos, recorrer el país y disfrutar sus parajes y construir mi casita de retiro en algún lugar especial.

-¿Qué extraña de Honduras?

Extraño a mi familia, compartir más a menudo con mis hermanos y sus largas pláticas sobre el acontecer diario, las tortillitas de maíz recién salidas del comal, extraño las tertulias con mis amigos que por las vueltas de la vida dejé de ver. Extraño los desfiles del 15 de septiembre. Extraño la sopita de pescado seco de la Semana Santa.

-¿Está enterada de lo que pasa en su patria?

Estoy atenta a lo que pasa pues ahí vive mi familia. Crecí amando a Honduras y me preocupan todos los retos que tiene que enfrentar para descubrir líderes que quieran sacarla de este atolladero, sin fines de lucro personales, y que velen por el bienestar de los hondureños en general, no de unos cuantos.

-¿Qué piensa de la Honduras de hoy?

Amo mi patria, cada vez que aterrizo en la capital o en San Pedro Sula me da emoción, me siento en casa a pesar que mi hogar está en Miami, Florida. Nuestra Honduras es una gran nación que merece lo mejor. Y nuestros niños merecen otro panorama y un mejor futuro. Honduras cuenta con una posición geográfica privilegiada en Centroamérica y en América, debería ser un puente de negocio lícito donde la prosperidad sea para todos sus casi ocho millones de habitantes, pero estamos en la lista de uno de los países más pobres y violentos del continente y eso es lamentable.

En el extranjero siempre me enorgullece decir que los hondureños somos gente noble y trabajadora, pacíficos no bélicos y que nuestras mujeres son las mejores madres del mundo. Yo emigré en 1987, hace 25 años. Los estragos son notorios en este cuarto de siglo que he vivido fuera del país, ya no puedes transitar por las calles con la libertad de entonces.

Los secuestros a la clase media y pobre se han incrementado; hablar de crimen organizado, sicariato, narcotráfico a menor y gran escala es cosa común en los hogares. Se ha convertido en pláticas familiares a la hora de la comida; la corrupción sistemática y a todos los niveles en el sistema judicial provocan cada vez más resentimiento en el ciudadano, la desconfianza en las autoridades policiales incrementa a pesar de los esfuerzos por depurarla, detener el atropello a nuestra niñez y proteger su educación no es prioridad.

-¿Cómo evoluciona su esposo?

Mi esposo David se ha recuperado bastante de los estragos que le dejaron tres derrames cerebrales y un ataque cardiaco hace ya casi 10 años. Ha recuperado su capacidad cerebral y motora en casi su totalidad. Los especialistas me dijeron que no iba a mejorar, pero soy mujer de mucha fe y con la ayuda de Dios, médicos y terapistas, de los medicamentos y cuidados especiales, de mi familia y amigos hemos logrado esta gran mejoría. Su corazón bombea normal y su capacidad de memoria y neurológica están recuperadas en más del 90%. Este año celebramos nuestros 25 años de casados y luchar por el bienestar de la familia vale todo el esfuerzo.

-¿Y sus hijos?

Mis gemelos están creciendo muy saludables y felices, ponen mucho esfuerzo en sus estudios y mantienen excelencia académica y les inculco que tengan buena actitud ante la vida y que sean seres que emanen energía positiva. El 31 de agosto de este año mis hijos cumplen 10 años.

Mi hijo Abener David es muy noble y cariñoso, fuerte y enérgico. Es bueno en matemáticas y todo lo que tiene que ver con alta tecnología le atrae. A “Bito”, como le decimos cariñosamente, le gusta practicar karate, gimnasia aeróbica y piano. Mi niña Aliene Aída, o Ali como le llamamos, es muy madura y se parece mucho a mí en su forma de actuar. Ama la lectura y los libros. Ya publicó su primer poema que fue seleccionado en un concurso en las escuelas de Estados Unidos, dice que será maestra y quiere ser periodista como yo. Es muy atlética y ama la música y el ejercicio, practica el ballet, jazz, gimnasia, aeróbicos, karate, piano y canto.

-¿Cuáles son los valores que jamás debe olvidar un hondureño que alcanza el triunfo?

Jamás debe olvidar su esencia, origen, su amor por la patria que le vio nacer, compartir el éxito con otros que ven en él o ella su ejemplo, ser humildes y no poner a la venta su dignidad.

Su pueblo

Minas de Oror significa “el origen de mi esencia; en este pequeño pueblo en las montañas de Comayagua aprendí a dar mis primeros pasos, tuve una infancia feliz, están mis mejores recuerdos familiares. Allí aprendí lo que significa el valor a la familia, el amor a la patria, el respeto a los mayores, la dignidad que conlleva un apellido, tuve la base de mi educación, recibí los mejores consejos y ejemplos de mano de mis padres Abener Sandoval y Aída Rivera de Sandoval.

En este pueblo recibí todo el cariño de mis 8 hermanos, y he aprendido a luchar por lo que realmente importa. Yo visito Minas de Oro y solamente al recorrer con mis ojos las montañas que lo rodean me transporto a una de las mejores épocas de mi vida, mi infancia y mi adolescencia”.

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