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Clilia Flores, una primera dama de combate

  • 16 julio 2013 /

Esta abogada y expresidenta de la Asamblea Nacional fue una figura importante en la vida política del fallecido Hugo Chávez

Cilia Flores es oficialmente Primera Dama. Desde hace nueve años los venezolanos no tenían esa figura, ahora representada por una chavista incondicional, de temperamento fuerte y fiel compañera.

Flores, de 60 años, es diez años mayor que su esposo y fue de las personas más cercanas al fallecido presidente Hugo Chávez. Con Maduro, formaron una de las parejas políticas más poderosas del chavismo.

A petición de Maduro, no se le llamará primera dama sino “la primera combatiente de la patria” y es que esta abogada, expresidenta del Parlamento y procuradora saliente del país, no se perfila como una acompañante ‘de copete’ sino una figura clave para el nuevo presidente tanto en lo personal como en lo político.

La nueva primera dama, nacida en el estado Cojedes (centro) en 1953, está comprometida con el proceso bolivariano desde hace 21 años, cuando se sumó al movimiento génesis del chavismo, el MBR-200, igual que Maduro.

Incondicional a Chávez

Su incondicionalidad con Chávez se forjó en 1992 cuando integró el grupo de abogados que lo defendió tras la fracasada intentona golpista que el entonces teniente coronel lideró en febrero de ese año contra Carlos Andrés Pérez, logrando su indulto por parte del presidente Rafael Caldera, en 1994.

En sus visitas a la prisión fue donde conoció a Maduro, diez años menor que ella y su pareja desde entonces con quien no ha tenido hijos, pero con quien comparte su vida, los tres hijos de su primer matrimonio con el diputado Walter Gavidia así como el hijo del ahora presidente.

Presidenta de Asamblea

Flores ha ejercido distintos cargos dentro del oficialismo, inicialmente con un perfil más bajo como diputada hasta recibir su primer gran cargo en 2006 al frente de la Presidencia de la Asamblea Nacional, reemplazando a Maduro que acababa de ser nombrado ministro de Exteriores.

En el Parlamento, Flores se caracterizó por tener un estilo agresivo y vehemente, de defensa a ultranza de los preceptos chavistas e intransigente con la bancada opositora.

“¡Usted es una pecadora!”, dijo en una ocasión a la legisladora opositora Pastora Medina, al solicitarle como presidenta de la Asamblea que concluyera su intervención mientras la diputada se quejaba de que le había permitido mayor tiempo a un oficialista.

Figura polémica

Un diputado opositor que pidió no ser identificado recuerda que su gestión al frente de la AN fue “muy polémica” por el manejo administrativo de la institución.

“Tiene un carácter candela pura. Eso que ustedes ven cuando era diputada, exactamente es así en la casa, igualita, pero yo me impongo con fuerza. La última palabra siempre la tengo yo cuando le digo: “Así es mi amor””, ha ironizado Maduro.

En febrero de 2012, Chávez la nombró procuradora general de la República, institución desde la que defendió el aplazamiento de la juramentación del presidente el pasado 10 de enero por razones de salud alegando que se trataba de un mandatario reelegido.

“Es una mujer de carácter y de acción política. Ella va a estar muy en la jugada política, no va a limitarse en ser primera dama. Va a querer participar en la toma de decisiones”, cree un antiguo colaborador chavista.

Fiel compañera

Durante la corta campaña electoral de su ahora esposo, Flores no se separó de Maduro, al que besó en repetidas ocasiones en público e incluso le sirvió de telonera con encendidos discursos de defensa al legado de Chávez.

Para Maduro, su matrimonio pretende enviar 'un mensaje muy claro'. Busca el 'fortalecimiento de la familia venezolana, de nuestra juventud que va levantándose con sus hijos e hijas, con sus nietos y nietas. Qué bonito poder compartir patria desde el hogar', aseguró.

En marzo pasado, en plena campaña por la presidencia de Venezuela, Maduro había prometido en cadena que contraería nupcias con Flores una vez se consumara la victoria. Fue electo presidente el 14 de abril.