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SEAT Alhambra para viajar en gran clase

  • 19 abril 2016 /

Una excelente opción para las familias grandes ya que su interior es muy amplio

La crisis y la moda, primero por los SUV y ahora por los crossover, ha puesto en serios apuros al segmento de los monovolumenes grandes, que sufren así una seria merma de las ventas.

Su espacio, si no son necesarias las siete plazas, está siendo también cubierto por los SUV y las berlinas familiares, que han ganado, y mucho, en diseño, además de una mejora de los volúmenes disponibles de carga.

Conscientes de las nuevas demandas de los clientes, las pocas marcas que siguen teniendo en su gama un monovolumen grande, de más de 4,60 metros, han renovado modelos.

Viajar en 'gran clase' con todas las comodidades posibles, con espacio suficiente para una familia numerosa y su equipaje y, sobre todo, con un potente motor de gasolina sigue siendo posible en el Alhambra.

Para hacer más agradable la conducción, SEAT ha ligado esta motorización a la caja automática de doble embrague DSG, que en este caso tiene 6 relaciones, una menos si se opta por la modalidad deportiva de la transmisión.



Al contrario que en las cajas de convertidor de par, las subidas o las reducciones no van acompañadas de los típicos resbalamientos entre una marcha y otra y los correspondientes incrementos de sonoridad mecánica.

El interior rezuma calidad y ajustes bien hechos, con unos plásticos blandos que parecen iluminarse con los remates metálicos que se reparten por los aireadores, el aro del volante, la caja automática, la pantalla TFT con la nueva generación de infoentretenimiento SEAT Easy Connect y la distinta botonadura.

Muy cómoda es la guantera central que está situada en la parte alta del salpicadero y en la que es muy práctico guardar el teléfono, las llaves e incluso una tableta digital.

La posición del conductor, como ya es habitual en este modelo, está muy conseguida y todo queda al alcance de la mano lo que refleja una buena ergonomía del puesto de conducción.

El espacio interior de este vehículo de casi cinco metros es amplísimo para cinco pasajeros y su equipaje (hasta 800 litros), y amplio para siete y las maletas que entran en un hueco de 300 litros, que es bastante aprovechable por profundidad.

Si se opta por los cinco asientos de serie, lo primero que se va a encontrar el conductor es que los tres pasajeros de atrás tienen una butaca independiente de la misma medida.

Esto es lo que diferencia a un monovolumen grande de uno compacto, en el que, salvo excepciones, los asientos de los laterales son algo más anchos que el central, que además suele tener un respaldo más duro porque acoge el reposabrazos central.

Para las familias numerosas de más cinco personas SEAT ofrece una configuración de siete asientos (2+3+2). Las dos últimas butacas de la tercera fila cuando no se utilizan pueden ser guardadas en el maletero mediante una fácil operación que deja plano el suelo del maletero para el equipaje.

El acceso a estas plazas es cómodo debido a que las puertas traseras son correderas y a la altura del vehículo, de 1,72 metros. Los asientos de los laterales se abaten hacia delante con lo que no es necesario hacer contorsionismo para pasar a la tercera fila.

El conjunto lo remata un diseño exterior en el que las proporciones quedan enmascaradas con la deportividad con la que ha sido adornada esta unidad.

En el lateral los carriles de las puertas traseras quedan perfectamente integrados en la ancha línea de hombros y las llantas vuelven a potenciar la imagen deportiva.

La trasera también queda definida por los faros horizontales y por una amplia luneta, que desde dentro no lo parece tanto si se opta por las siete plazas, lo que hace aconsejable el montaje de la cámara trasera para facilitar las maniobras.

Como buen representante del Grupo Volkswagen, este SEAT se apunta a la moda de las marcas 'premium' y a las que luchan por acercarse a ellas y ofrecer un amplio, variado y caro listado de opcionales.

Es destacable, por lo funcional y bien que se integra en los asientos, el cojín elevador que se puede montar en las butacas laterales de la segunda fila.

La ventaja es que con este equipamiento uno se olvida de la tradicional silla y utiliza esas dos banquetas indistintamente para pasajeros mayores o menores. Basta con elevar el asiento -el respaldo no varía la posición- para que el cinturón le valga al niño.

Su precio y consumo alto, así como la querencia que los españoles tienen por las motorizaciones diésel, no le van a facilitar las cosas a esta versión plenamente.

Por si esto fuera poco, su competidor más serio, porque ofrece lo mismo pero con el logotipo de Volkswagen, el Sharan, cuesta algo más de 14.000 euros.