¿Cuántas cosas te cuentan tus hijos a diario?

Las pláticas con nuestros hijos, por muy irrelevantes que parezcan, revelan más de lo que podemos imaginar

  • 07 mar 2017

A veces, el diálogo en el carro, al salir de la escuela, suele ser unilateral. La mamá trata, sin éxito, de abrir la conversación: ¿Cómo te fue hoy? -Bien. -¿Qué tal el día, jugaste con los amigos en el recreo?-Sí.

Y así transcurren las preguntas y los monosílabos, y acabas sabiendo más de tus hijos cuando te encuentras con otras mamás o papás de la escuela y te cuentan detalles.

Estar al tanto de cómo se desenvuelven en otros ambientes te ayudará a detectar si tienen problemas o si se integran bien, además de que permite reforzar la convivencia familiar y brindar seguridad a los pequeños, señala el psicólogo Óscar Negrete.

Pero, a veces resulta muy complicado establecer un canal de comunicación con los niños de kínder o primaria, por ello es importante detectar qué incide para que tu hijo no se abra contigo, plantea.

También es necesario que consideres en qué ambiente familiar está creciendo el pequeño, pues a veces la actitud de los padres puede asustarlo, dice Negrete.

“Ya sea que le hablen muy fuerte, que lo regañen cuando quiere participar en una conversación o porque pronuncia de manera incorrecta alguna palabra, esas situaciones pueden ir afectando y retraen a los niños”, comenta.

Diversifica los temas
El psicólogo Óscar Negrete comparte otras técnicas para mejorar la comunicación.
-Platica con tu hijo sobre sus personajes o juguetes favoritos.
-Vean juntos una película que le interese y coméntenla después.
-Apréndete los nombres de sus amigos y pregúntale por ellos.
-Revisa sus cuadernos y reconoce lo que hace bien: “¡Está muy bonito este pollito que dibujaste!”, planteó el psicólogo.
-Pregunta cómo realizó sus tareas en la escuela: “¿Qué le pusiste?, ¿cómo pegaste esto?, ¿por qué elegiste este color?”.

Fortalece la seguridad
-Evita criticar al niño mientras habla.
-No lo ridiculices o lo corrijas de manera abrupta cuando se exprese mal.
-Escucha con atención y genera preguntas que demuestren que te interesa lo que dice.
-Pídele siempre detalles para que sea hábil con las conversaciones.

Si te cuenta un problema...
-Si alguien lo empujó, le robó sus materiales de trabajo, lo molesta o simplemente te cuenta que sus compañeros hacen eso con otros niños, enciende la alerta.
Durante esas narraciones
-No lo regañes ni intimides porque va a retraerse y no querrá volver a contarte un problema.

Evita frases como
-”¿Por qué te dejaste?”, ¿por qué no le dijiste a la maestra?”, “Si me vuelves a decir esto, si te vuelve a pasar esto, te voy a pegar”, “no te vuelvo a comprar”...
Opta por
-Tratar de obtener la información posible del problema.

Pregunta:
-¿Qué fue lo que pasó?
-¿Tú qué estabas haciendo?
-¿Le comentaste a la maestra?, ¿por qué?
-¿Cómo te sientes?
Si el problema es grave acude a la escuela y habla con los maestros.

Al grano
A fin de lograr abrir la comunicación con los niños, el psicólogo recomienda hacer preguntas directas y no generales a partir de los elementos que se encuentran cercanos a la experiencia del niño, mostrar interés por lo que le gusta y ubicar a sus amigos más cercanos. Por ejemplo, volvamos al diálogo en el carro:
--¿Vino Valentina a la escuela hoy?
--Sí, mamá, sí vino.
--¿Y a qué jugaron en el recreo?
--Jugamos a la granja; ella tenía un pollito, y yo, un perro.
“Así irá describiendo, de manera muy puntual o muy breve, unos aspectos y, gradualmente, podrá tener una conversación más fluida”, explica Negrete.

De acuerdo con el psicólogo experto en niños, un menor de entre 4 y 5 años ya es capaz de mantener una narración fluida. También sugiere darle a los niños consejos sobre cómo proceder en una situación difícil; por ejemplo, si algún compañero le agrede o rompe su material. “Bríndale herramientas para que él pueda afrontar de manera exitosa otra problemática similar”, dice.

Si vemos muy escasas sus descripciones o todo el tiempo se queda en silencio cuando le preguntamos algo puede que sea por algún problema en su desarrollo; a nivel neurológico puede haber una pequeña inmadurez o tener un problema de socialización familiar que está afectando el desarrollo del lenguaje”, señala el psicólogo Óscar Negrete.