No seas esclava de los apegos, ¡causa mucho daño!

El apego no es solamente un amo al que hay que obedecer, sino al que también hay que complacer

  • 30 ene 2017

Hay dos tipos de esclavos: los que llevan grilletes y los que han aprendido a ponérselos ellos mismos. El apego a la pareja, el dinero, el trabajo o la posición social se ha convertido en las cadenas de los hombres y mujeres de Occidente, que ven en ellos la única forma de ser feliz. Pero, sin saberlo, se han convertido en un segundo tipo de siervos, ya que han descubierto en ese apego un buen amo al que servir, ya que ellos mismos lo han creado.

“Desapegarse sin anestesia” es el título del libro de Walter Riso en el que parte de su propia experiencia con varios pacientes y de las citas y enseñanzas de escritores, filósofos o psicólogos como Lao Tsé, Balzac, Abraham Maslow o la corriente budista para acabar con ese apego esclavista.

“Ser libre es poder preferir en vez de necesitar. Es la capacidad de elegir, el autogobierno, la autonomía.
Si dependes de alguien para hacerte feliz, no eres tú mismo”.

Esta es la receta para combatir el apego, ya que la preferencia implica elección y no deber. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la libertad no es indiferencia.

“Una persona libre de apego no es una persona irresponsable frente a los otros. Cuando es libre, es responsable y considera que los otros son interlocutores válidos”. Según Riso, nuestra sociedad, “orientada a la ambición excesiva” y donde se “educa para ser los mejores y no para ser felices”, cada vez está adaptándose más a la cultura del desapego, ya que poco a poco va acercándose a Oriente. No hay más libertad que la de aceptarse a sí mismo. La sociedad occidental se basa cada vez más en la ambición, buscando el ser y el conseguir más.

Este apego a la pretensión lleva a los individuos a creer que su propia persona es lo que los demás hacen de él y no lo que él mismo es.