Las siete trampas de la comida que debes evitar

¿No compro más comidas preparadas congeladas? No hace falta renunciar del todo si aprendemos a racionar las porciones.

Cuando se avecina el fin de año comenzamos a pensar en todas las cosas que queremos lograr el año próximo (o que no logramos este). Comer menos grasa, menos azúcares, menos alimentos ultraprocesados... siempre creemos que en enero podemos comenzar una nueva etapa. ¿Por qué después, en la realidad, nos cuesta tanto?

”Existen múltiples razones”, comenta Thomas Ellrott, director de un instituto alemán de Psicología de la Alimentación. “El problema cental es que para poder generar un cambio en los hábitos de alimentación debemos cambiar nuestro comportamiento”, explica. Por lo general, ese esfuerzo diario que hacemos para lograr cosas está puesto en el trabajo, en los programas que intentamos organizar para el tiempo libre y en la familia. Pero lo cierto es que, si queremos lograr nuestras metas, necesitaremos darles cierto espacio y tiempo. Consultamos a nutricionistas y nos dieron los siguientes consejos:

FORMULAR CONCRETAMENTE LOS PLANTES DE DIETA: ”Comer un poco más sano” es algo que se proponen muchos. “Pero es un objetivo muy general y difuso, y como tal es muy difícil de llevar a la práctica”, opina Harald Seitz. Si uno quiere tener éxito, más vale que se ponga objetivos pequeños, escalonados y concretos.

LA PLANIFICACIÓN ES TODO: Hay momentos en los que uno tiende a llevarse cualquier cosa a la boca con tal de comer algo. Para cada uno es un momento distinto. Hay personas que no logran desayunar bien antes de salir y se compran panecillos dulces por el camino al trabajo, o que en la pausa comen una barra de chocolate, o que llegan por la noche a casa agotados y meten una pizza al horno. La única forma de evitarlo es planificando qué vamos a comer. Sobre todo hay que observarse y reconocer qué circunstancias nos llevan a comer mal durante el día. Una vez detectadas, hay que saber qué comprar, qué tener en casa, para que cuando nos sobreventa ese “hambre del momento” la podamos saciar con algo sano.

REEMPLAZAR EN LUGAR DE RENUNCIAR: Uno tiende a pensar “no comeré más
dulces ni comidas hechas”. Está bien, pero no es necesario renunciar a todo. Hay cosas que tienen más calorías, pero no hay que descartarlas del todo. “Renunciar del todo a ciertas cosas nos pone de mal humor y genera recaídas”, comenta Seitz. Es mejor encontrar otros caminos, como por ejemplo compartir lo que uno va a comer cuando se lo permite. O comerse una porción de pizza acompañada deuna buena ensalada o verduras. También podemos comer una manzana en la pausa, y resultará mil veces más fácil si no hay chocolate en ningún lado de la oficina.

COMIDA CONSCIENTE: Al comer y beber deberíamos ser conscientes de que es un momento hermoso. Aunque estemos estresados, es bueno tomarse ese rato para comer con cierta tranquilidad, percibiendo ese acto como un momento de nutrir a nuestro cuerpo. Además, es fundamental tener comidas ordenadas durante le día.

NO REPETIR: Si queremos alimentarnos sanamente, es importante aprender a decir “no” y a detenernos y no seguir comiendo cuando estamos satisfechos. Y si comemos en un buffet, no carguemos el plato desde el vamos a tope.

BUSCAR COMPAÑEROS: Si uno asume el compromiso de cambiar sus hábitos
alimenticios con otros, suele tener mejores chances de lograrlo. ¿Por qué no sumar a la familia, a un buen amigo o a compañeros del trabajo?

HERRAMIENTAS DE AUTOCONTROL: Pesarse regularmente o llevar un registro de lo que comemos “son modos buenísimos para mantenerse al día”, dice Ellrott. La auto-observación y el autocontrol puede darse muy bien con la yuda de un diario o una app. dpa