A niño enojón, límites y reglas

El manejo de la frustración debe enseñársele a los niños y la única forma es que la experimenten de forma controlada

  • 24 feb 2018

Para que un niño pueda desarrollar su individualidad no bastan los modales y valores que aprenda en casa ni los conocimientos que se le impartan en la escuela. Resulta vital que se enfrente también a frustraciones, coinciden especialistas en psicología infantil.

Esto debido a que es inevitable que el niño enfrente situaciones que no corresponden a lo deseado o lo planeado, asegura Gloria Herrera, académica de la escuela de Pedagogía de la Universidad Panamericana.

“La frustración se va aprendiendo a lo largo de la vida, no nada más con un ejemplo o enseñándole a los niños lo que es”. Sin embargo, si bien es importante que los menores aprendan a lidiar con situaciones humanas propias del crecimiento y de la vida misma, la maestra Guinduri Rossell, docente de asignatura del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, explica los riesgos de caer en el otro extremo.

“Aquí el reto es que la frustración no sea tan grande o tan fuerte que pueda mermar la autoestima del niño. Lo que van a aprender si se frustran mucho es a decir ‘no lo vuelvo a intentar’”, apunta.

“Por ejemplo, puede pasar si un niño que está empezando a andar en bicicleta se cae y no se le explica que en el proceso se va a equivocar dos, tres o más ocasiones, pero cada vez que lo haga va a aprender algo de la experiencia hasta lograr el objetivo”.

Para la académica, esto se consigue al quitar la connotación negativa al fracaso, lo cual resulta también en el desarrollo de la perseverancia.

Conducta. Jorge Caraveo, investigador del Instituto Nacional de Psiquiatría, advirtió que son conductas que empiezan a asumirse como normales, cuando deben tratarse de inmediato.

“No se empieza a observar como un problema, sino como algo normal. Solo cuando se complica la situación es cuando se recapacita que hay un problema”, señaló el experto.

El riesgo de no tratar el problema, es que en el mediano y largo plazo los hace proclives a la violencia. El investigador, quien ha realizado estudios sobre la vigilancia de la salud mental en niños y adolescentes, indicó que estas conductas están asociadas con la violencia que se registra en el país, la precariedad en la que viven muchas familias y la forma en que los niños son educados por sus padres.

Ante esta situación, Claudia Sotelo, directora del Centro de Especialización en Estudios Psicológicos de la Infancia, plantea que el fenómeno denominado hiperparentalidad incide en esta conducta. “Se trata de padres que no pueden ver que sus hijos sufran, son sobreprotectores y quieren hacer todo por los niños”, alertó.

Agregó que los padres pueden identificar si sus hijos se comportan de esta forma. Si son demandantes, quieren hacer su voluntad y se les dificulta integrarse con los otros, además de que no saben perder.

“Terminan siendo agresivos, hacen berrinche e incluso son manipuladores; no se les da gusto con nada”. Los niños dejan de tener conductas irritables y explosivas cuando los papás les dedican tiempo.

“A veces solo con dedicarle el tiempo empieza a tener cambios. Un papá que de verdad se toma el tiempo de ver a su hijo, de atenderlo, de cuidarlo, de escucharlo, de mirarlo, podría ser una de las recetas suficientes para que un niño con estas características deje de serlo”. Además, precisó, necesitan reglas y rutinas; en ocasiones no es posible negociar con ello.

“Sí puedes hacerlo o no puedes hacerlo. A veces no es necesario dar una gran explicación. Solo con decirle: ‘no puedes’, es suficiente. Esa es una de las cosas que en ocasiones los papás no quieren hacer”.
Sotelo mencionó que es fundamental revertir estos síntomas en la niñez, pues en la edad adulta son personas violentas que incluso pueden meterse en problemas legales.

“Es necesario atender la situación hoy. En la medida que se postergue el problema se vuelve mayor”, recomendó. La experta reconoció que en su consulta se registra un incremento de niños con estos síntomas.

“Es algo que se ha aumentado y día a día va para arriba. Son niños referidos por las escuelas. Las maestras están detectando niños intolerantes a la frustración y con poca capacidad de espera. Tienen arranques de rabia y es por esto que nos los mandan”, explicó.


Tips para padres
1. Es importante que entiendan que no son perfectos, que implica trabajo con esfuerzo, pero que los errores pueden corregirse y que a partir de ellos se puede aprender.

2. Respecto a la incidencia de los berrinches tras los fracasos, son una reacción natural en los niños, especialmente alrededor de los dos o tres años, y permiten la liberación de energía, aunque no por esto se deben pasar por alto.

3. A veces el adulto para evitar el escándalo y el desgastante forcejeo con el niño lo complacen. Quiere eliminar la conducta sin darse cuenta de que la está reforzando.

4. Una estrategia que la maestra Herrera propone para el manejo de rabietas es anticipar las situaciones que causan ansiedad al pequeño y comentar con él, desde antes, que puede haber fracasos y que muchas cosas no se consiguen al primer intento.