Ella es una persona muy calculadora y le gusta mucho hacerse la víctima, dice muchas mentiras que obviamente mi esposo cree y eso me da mucho coraje pues a pesar de cómo es, él la defiende; sé que es su hija, pero debe de ponerle un alto y educarla.
Yo tengo dos hijos con él, uno de 4 años y uno 5, y me da coraje que cuando ellos van a su cuarto salen llorando a decirle a mi esposo lo que les hace y él no hace nada, pero cuando mis hijos hacen una travesura con ella, él sí los regaña, incluso permite que ella me levante la voz o se ponga altanera cuando le llamo la atención.
Lo que me molesta también es que cuando le digo algo sobre ella, él siempre está a la defensiva conmigo, como que no quiere que ni la nombre. Ah, pero eso sí, me dice que su hija también es mi responsabilidad, ella nunca vivió con su madre. Laura, 46 años
Respuesta
¡Hola!, querida Laura. Te recuerdo que tú eres la adulta en esta relación y deberías comportarte como tal, no como otra quinceañera peleando por la atención de papá. Si tú estás a la defensiva con la chica, ella sólo te corresponde el sentimiento. ¿Puedes imaginarte lo que es ser abandonada por la madre?
Dices que la chica se porta como una víctima ¿y no lo es? La madre la abandonó y el padre la ignora. No corregirla es una forma de ignorarla y por eso la chava hace lo que quiere a ver si alguna vez su padre le pone atención. ¿Es complejo criar hijos? Sin duda, y más si no son propios, pero tu aceptaste ser la figura materna para esa chica cuando decidiste juntarte con su padre.
Sé adulta y haz cambios en tu relación con esa jovencita. Habla con ella, trátala con amabilidad si quieres recibir amabilidad. El papá de tus hijos no hará nada para que ella cambie, la que puede hacerlo eres tú, así que deja de sentirte amenazada y deja de sentir que compites por la atención del padre de tus hijos.
Analiza, si recibiste a esa niña cuando tenía 10 años, ¿qué pasó para que no hicieras algo para ganarte su afecto? Aún puedes corregir las cosas. Insisto, tú eres la adulta y ella necesita sentirse aceptada en la familia.
