España.
Fresas, chocolate, vainilla, jalea real, avellanas, marisco, higos y otros forman una lista larga de “alimentos afrodisiacos”, pero ¿existen realmente los afrodisiacos? ¿Es un mito o una realidad?
Estos alimentos se definen como aquellos que al consumirlos producen un aumento del apetito sexual.
La sexóloga Cristina Martínez comenta que existen las dos cosas: el mito y la realidad. Científicamente no está tan comprobado que un alimento en sí mismo sea afrodisiaco, sino que realmente hay otros muchos factores que influyen en que ese alimento estimule el deseo sexual.
Entre esos factores encontramos la compañía de la pareja, el entorno donde nos encontremos, el lugar o la hora en la que se produzca el encuentro. Se dice que el sexo está principalmente centrado en el cerebro: los estímulos que pueden recibir con la comida o la bebida llegan al cerebro a través de los alimentos, y es ahí donde realmente se le da el significado de excitante o no.
Cuando esos mensajes llegan al cerebro se conectan con nuestra memoria de otras experiencias, y eso hace que no solo un alimento, sino el entorno, pueda ser más excitante. “Existen agentes que potencian el deseo sexual y que se pueden encontrar en algunos alimentos”, afirma el neurólogo Tejero Yuste.
Fresas, chocolate, vainilla, jalea real, avellanas, marisco, higos y otros forman una lista larga de “alimentos afrodisiacos”, pero ¿existen realmente los afrodisiacos? ¿Es un mito o una realidad?
Estos alimentos se definen como aquellos que al consumirlos producen un aumento del apetito sexual.
La sexóloga Cristina Martínez comenta que existen las dos cosas: el mito y la realidad. Científicamente no está tan comprobado que un alimento en sí mismo sea afrodisiaco, sino que realmente hay otros muchos factores que influyen en que ese alimento estimule el deseo sexual.
Entre esos factores encontramos la compañía de la pareja, el entorno donde nos encontremos, el lugar o la hora en la que se produzca el encuentro. Se dice que el sexo está principalmente centrado en el cerebro: los estímulos que pueden recibir con la comida o la bebida llegan al cerebro a través de los alimentos, y es ahí donde realmente se le da el significado de excitante o no.
Cuando esos mensajes llegan al cerebro se conectan con nuestra memoria de otras experiencias, y eso hace que no solo un alimento, sino el entorno, pueda ser más excitante. “Existen agentes que potencian el deseo sexual y que se pueden encontrar en algunos alimentos”, afirma el neurólogo Tejero Yuste.
