Aplaza el uso de la tecnología

Ésta puede ser un auxiliar en la educación de los niños de los 2 años en adelante, pero no se debe abusar de ella

  • 02 may 2016

Con programas y videos educativos llenos de colores, formas y animaciones, los pequeños no despegan sus ojos de las pantallas.

Parece que los niños están aprendiendo palabras, sonidos y los nombres de objetos, pero puede no ser así. Incluso, que vaya en detrimento de aprendizajes cruciales.

Sin importar el contenido, los padres no deben permitir que los menores de 2 años estén expuestos a la televisión, los teléfonos y las tabletas, a fin de evitar retrasos en el desarrollo del lenguaje y las habilidades motoras y sociales, coinciden el neurólogo pediatra José Antonio Infante Cantú y el doctor en educación Jesús Amaya Guerra.

“El cerebro de los niños entre los 0 y 4 años madura a gran velocidad. Durante este periodo crítico, los circuitos que regulan el habla, el movimiento y la convivencia se desarrollan de manera más favorable cuando se mantienen interacciones cara a cara”, dijo Infante Cantú.

“Este órgano trabaja mediante conexiones de diferentes áreas. Por ejemplo, el llamar a un objeto por su nombre involucra la comunicación entre las zonas del encéfalo, que primero lo identifican a partir de la información sensorial y después lo verbalizan.

“La exposición del niño a las pantallas es doblemente perjudicial: no solo afecta el desarrollo del lenguaje, también compromete las regiones que regulan la motricidad, pues todo se percibe en dos dimensiones y se pierde la exploración y el descubrimiento del entorno”, agrega el neurólogo pediatra.

Foto: La Prensa

Incluye la lectura de libros y juegos de mesa en su rutina diaria.

Consecuencias. El que el niño esté encerrado en la burbuja de la tecnología también daña la capacidad de entablar una conversación, identificar las entonaciones y los gestos.

Incluso cuando los padres utilizan los dispositivos para que los bebés vean programas educativos, éstos nunca reemplazarán las experiencias verbales de la casa y la familia, que incluye el comprender el significado de las palabras y es parte de un proceso interno del lenguaje que se manifiesta con el balbuceo, explica Amaya Guerra.

“El lenguaje es comunicación y la comunicación implica socialización. El uso excesivo de la tecnología crea infantes mudos, receptores y reactivos en vez de reflexivos.

“El desarrollo de la empatía se compromete, y aunque en la edad temprana no se aprecien las consecuencias, en la etapa preescolar se verá a niños y niñas poco tolerantes, impulsivos, agresivos y hasta violentos”, afirma el catedrático experto en didáctica.

Estudios de la Asociación Americana de Pediatría comprueban que por cada hora que el pequeño está frente a una pantalla, se incrementa en 10% la hiperactividad y el déficit de atención.

Lo anterior es crítico porque la estadística dice que el niño mexicano, por ejemplo, pasa, en promedio, siete horas diarias con los aparatos en mano, añade Amaya Guerra.

Sin embargo, esto no significa que la televisión, las tabletas y los celulares sean malos. La tecnología puede ser un auxiliar en la educación de los menores de los 2 años en adelante, pero no se debe abusar de ella y convertirla en una especie de chupete, aconsejan los expertos.