Las cuatro razones por las que debes jugar con tus hijos

Conozca las ventajas que tendrán sus hijos en la vida por dedicarles tiempos cuando aún son niños

Baile, guitarra, natación, reforzamiento de matemáticas, inglés y computación. Los niños de hoy tienen muchísimas clases y actividades durante el día que los mantienen ocupados, pero ¿tienen suficiente tiempo para jugar?

El juego es una actividad inherente del desarrollo infantil y el ejercicio lúdico, por el cual aprenden a conocer la vida. Es tal su importancia que hoy en día se reconoce como una de las herramientas más valiosas para el desarrollo integral de las personas.

En él, los menores trabajan capacidades esenciales de su desarrollo: físicas, emocionales, cognitivas y de lenguaje, aparte de favorecer a la inteligencia emocional y reforzar hábitos de aprendizaje y estudio.

“El juego es una gama maravillosa de factores que ayudan a un desarrollo de personalidad integral y autorregulada”, dice Rosalba González, pedagoga.

“Es la práctica por la cual le enseñas al niño a crecer, a regularse y ponerse límites, y no solo en relación con el otro, sino en relación a la convivencia con los demás, que luego se convierte en la relación de normas como no pasarte un alto, no tirar basura o respetar el lugar del otro”.

Además de contribuir a hacer niños más felices y regulados, el juego equilibrado en las diferentes etapas infantiles es una oportunidad que les permite crecer y aprender a socializar, tener empatía, aceptar retos, superar la frustración, buscar la creatividad y más. Conoce los múltiples beneficios del juego en la infancia:

1. Capacidades físicas. Al estar en movimiento, los niños ejercitan su cuerpo y coordinación psicomotriz fina y gruesa sin darse cuenta.

2. Capacidades cognitivas. Las capacidades cognitivas ayudan a desarrollar la lateralidad del niño, es decir, a un pensamiento divergente que potencialice la imaginación y la creatividad que contribuya a ser reflexivo, crítico y a la capacidad de autodeterminación y regulación.

3. Capacidades sensoriales. Son las principales funciones que se desarrollan en los menores y son vitales para su adaptación y supervivencia. A través de los sentidos puestos en acción en contacto con diferentes materiales lúdicos: juguetes, lugares, la música o la propia naturaleza, los niños aprenden a adaptarse a sus entornos, crear un mejor concepto del mundo que les rodea y tomar decisiones inteligentes.

4. Capacidades socioafectivas. Jugando, solos o acompañados, los niños aprenden a conocerse a sí mismos y a los demás, adoptando competencias personales y sociales.